Sólo esa imagen se aparece en mi mente para describir mi actual situación laboral. Me di cuenta que cuando uno más piensa un plan, más la vida te sorprende para no cumplirlo. Y así estoy navegando sin timón o con uno muy chico en el medio de una tormenta en varios días y con una extraña calma en los menos.
¿Llegaré a la isla desierta que me espera al pasar la tormenta? ¿Aprovecho la tormenta con baldes y la reservo para después?
A veces, vislumbro una pequeña isla que me espera paciente atrás de la tormenta. Otros, voy sin brújula ni rumbo esquivando la tormenta. Hoy, es un día que la veo. No sé cómo llegaré, pero sé que lo haré algún día. Cada vez veo más señales que me indican que estoy tomando las decisiones equivocadas o que éste no es mi camino. Creo saber cuál es, pero se me está complicando elegirlo. Muchas excusas vienen a la cabeza, pero que esconden algo tan rídiculo y profundo como el miedo al éxito.
El tiempo dirá, mientras tanto mi brújula apunta a ella y con el largavista sé que me está esperando.